lunes, 9 de abril de 2007
Cuentos, María Fierro - 2006
Inés
Febrero, tiempo de frutos jugosos, sabor a uvas maduras, perfume de duraznos y la alegría de un verano caluroso que anunciaba una buena cosecha. Inés se pasea nerviosa por los corredores de la vieja casona que la vio crecer y convertirse en mujer. –Mañana será el día- piensa. Sí, el día que cumplirá su sueño. Junto a su madre irán al pueblo más cercano, a Quillón, y se unirá en sencilla ceremonia al hombre que ha pedido su mano.
Un largo viaje en carreta las traslada hasta el camino, desde donde un destartalado bus completará el recorrido que aún la separa de su nueva vida. A mediados de los años 40, viajar al pueblo era un sueño que muy pocos hacían realidad. Entonces, nadie quería perdérselo.
Y ahí estaba él. El que sería su compañero, un jovenzuelo moreno, delgado, de pequeños ojos pardos e incipiente bigotillo. Más allá su madre, también viuda y los otros parientes, con quienes además, la unían lazos de sangre.
Unidos para toda la vida, dijo el juez, en salud o enfermedad, en estrechez o abundancia y hasta que la muerte los separe, unidos para procrear y formar una familia.
Marcia
Indignada se encuentra Marcia en la consulta médica. En el análisis de su ruptura de pareja, la sicóloga declara que le hicieron un favor al dejarla “Eras un ave enjaulada no conciente de tus rebeldías, hoy tienes las puertas abiertas, deberás cuidarte sola, ya no habrá quién te sostenga si te equivocas”.
No es posible,- reclama entre lágrimas y retorciendo el pañuelo que contiene su dolor,- no es posible, si yo quería que fuéramos juntos construyendo la vida.- Tú lo has dicho. Tú querías, replica la profesional. Esa era tu propuesta, probablemente tu compañero pensaba distinto, sus motivaciones eran otras, y entonces, ¿Con qué derecho puedes retener a tu lado a alguien que no le interesan tus proyectos? Que es el padre de tus hijos... lo seguirá siendo y eso ¡no lo puedes cambiar! Tu mañana será distinto si hoy te haces cargo de tu vida.
Marcia llora, incapaz de entender, ella sólo sabe que necesita desahogar su pena y generar recursos, sus hijos estudian y hay que tener comida para mañana, pagar el agua, y lo básico para subsistir.
Poesía, Marta Tapia - 2006
Despertar
Entreabro los ojos y miro hacia la ventana,
A través del visillo veo un cielo limpio,
Rayos de sol acariciando las casas de enfrente,
Allá los eucaliptus meciéndose al viento
Y los arbustos en flor.
Fotografía de mujer
No la conozco, no me conoce
Recorro el salón junto a ella
Tomo cuatro fotos:
“Amorosa”, “Llena de Luz”,
“Sociable” y “Amante del Arte”
Quedo perpleja.
Entreabro los ojos y miro hacia la ventana,
A través del visillo veo un cielo limpio,
Rayos de sol acariciando las casas de enfrente,
Allá los eucaliptus meciéndose al viento
Y los arbustos en flor.
Fotografía de mujer
No la conozco, no me conoce
Recorro el salón junto a ella
Tomo cuatro fotos:
“Amorosa”, “Llena de Luz”,
“Sociable” y “Amante del Arte”
Quedo perpleja.
Exodo
Juan Nova
Lo recuerdo como si fuera ayer. Por aquellas tardes, al caer el crepúsculo, las calles se vaciaban al son de una tenue claridad rojiza que se desprendía del sol ya oculto, mientras un viento repentino y prepotente alzaba una rápida cortina de polvo que limpiaba calles y aceras. Cuando éste cesaba aparecían de improviso por algunas esquinas algunos individuos medio idos, los que miraban intermitentemente a ambos lados de la calle, estaba desolada. Algunos de ellos con las manos en los bolsillos esperaban, mientras otros con los brazos cruzados escudriñaban. Entre ellos no se miraban pero sabían que estaban allí. Al acabar el crepúsculo comenzaban a caminar todos, al mismo tiempo, y siempre en la misma dirección, de oeste a este, erguidos y con zancadas pausadas. Al final de la calle desaparecían como si fueran absorbidos por la siguiente ráfaga de viento y polvo que parecía volver en la dirección opuesta. Luego de unos minutos la calle retornaba a la normalidad.
La primera vez que lo advertí, pensé que era normal su devenir y hasta llegué a pensar que trabajaban y que se conocían por ese motivo. Algunos habitantes murmuraban que eran drogadictos, y que no hacían nada de provecho, también parecían ser eso.
El día menos pensado decidí cambiar mi postura. Ya conocía de memoria esas apariciones, y me intrigaba saber qué pasaba con esos tipos una vez que desaparecían al final de la calle. Esta curiosidad me llevó un día a seguirlos. Cuando llegué a la última esquina de la calle, observé a lo largo de la diagonal que pasaba a los pies del cerro, a los individuos que conversaban en grupos dispersos, algunos miraban más allá, parecían esperar. Advertí en un grupo a un individuo que, con los brazos cruzados, me observó fijamente. Cuando la oscuridad ya fue completa disminuyó considerablemente mi campo visual, la escasa claridad me permitió ver algunos tipos que escalaban el cerro en fila. Esa noche volví a casa sumergido en profundas ensoñaciones y especulaciones, los sueños fueron peores. La segunda vez que los espié, se fueron en dirección al sur, siguiendo el curso de la línea férrea, siempre caminando en fila. Después de muchas escaramuzas espiándolos, descubrí que mi deseo de no seguirlos más allá no obedecía a la noche, el frío o premura por volver luego al hogar, si no por la presencia de un individuo que, desde la lejanía parecía retenerme en esa esquina, como si mentalmente me ordenara no seguirlos, por mi bien.
Estas persecuciones frustradas duraron un buen tiempo. Al parecer mis escaramuzas dieron pie a que más personas salieran de sus casas antes de lo previsto y se juntaran a cuchichear. Ahora opinaban que tal vez eran satánicos o delincuentes de alguna mafia, yo estaba seguro que ocultaban algo mucho más interesante. En algún momento, afanosamente, me di el tiempo de averiguar un poco más de la vida personal de estos individuos. Recurrí a fuentes confiables las que me dijeron que algunos de estos tipos habían sido universitarios, poetas y mendigos, y que en algún momento se reunieron formando una extraña y desconocida alianza. Se les vio luego en bares y tugurios de mala muerte, donde se drogaban; pero de la noche a la mañana dejaron esos vicios y ya no tuvieron más contacto social, sólo se les volvió a ver con las apariciones crepusculinas; para entonces ya les rodeaba un halo de misterio y respeto.
El tema de estas apariciones y desapariciones se hizo público un día cuando se realizaba una propaganda electoral, en donde uno de los candidatos a la alcaldía les hizo un llamado para que depusieran sus actos, ya que estaban atemorizando a la comunidad. No creo que dicha petición haya sido escuchada y mucho menos considerada por ellos, dado que fue emitida en momentos que estos no se veían y nadie se encargaría de hacérselos saber, mientras tanto sus actividades nocturnas continuaban con normalidad.
Como la autoridad competente o policial hacía nada al respecto, seguí con mis espionajes. Esta vez estaba decidido a seguirlos hasta el final de su recorrido y de esta forma saber de una vez por todas qué hacían, sólo para saciar mi curiosidad.
Una de esas tardes los seguí por el cerro. El crepúsculo había terminado y el cielo azul oscuro parecía fusionarse con el verdor espeso de los pinos y eucaliptos, lo que con el rápido correr de las horas dificultó la visión y la secreta persecución. La noche había caído por completo cuando sorpresivamente les di alcance en uno de los tantos y angostos caminos. Pero ese acercamiento, más que alterar su éxodo y mi persecución, me otorgó una extraña y familiar a la vez, comodidad y seguridad, ante un paisaje que parecía devorar mi atención apenas trataba de orientarme. Ahora mi interés de seguirlos no radicaba en una obstinada curiosidad si no en la necesidad de contar patudamente con su orientación para poder regresar a casa y a la cálida y cómoda cama que me esperaba.
En algún momento creí ser víctima del cansancio y el frío, pues una extraña sensación corporal, mezcla de mareo, apnea y visión borrosa me sorprendió botado en el suelo tratando de incorporarme. Cuando al fin pasó la crisis respiratoria me levanté apoyándome en unos arbustos. La confusión me hizo olvidar por unos segundos el propósito de mi estadía allí, al reaccionar ya había perdido de vista al último sujeto de la fila pero difícilmente podía caminar, eso sumado al frío y la total oscuridad, me hizo desistir de esa opción y preocuparme únicamente del regreso.
Pasé el resto de la noche tratando de encontrar caminos conocidos, erráticamente pude llegar junto con el alba a la cima de un cerro desde donde divisé la ciudad y me senté a descansar pensando en mi aventura infructuosa. Lo cierto era que después de esa persecución fallida, me quedaban muy pocas ganas de descubrir el secreto de las desapariciones de estos sujetos. Volví a casa, cansado, hambriento y adolorido por el frío.
Dormí toda esa mañana y soñé que continuaba persiguiendo a los sujetos después del mareo que me hizo caer; luego recordé que el último sujeto de la fila, encarándome, me contaba algunas cosas que tenían que ver con su participación en las desapariciones. Lo central del mensaje era que él había sido el último en incorporarse al grupo. Al igual que yo, y movido también por curiosidad, los había seguido y para no extraviarse lo llevaron consigo y lo regresaron a salvo, a cambio de sumarse al grupo, mantener el secreto de sus actividades y cooperar activamente con ellas. Después agregaba que de seguir mi intento de seguirlos también correría la misma suerte que él y la suerte del anterior y de todos los del grupo, manía que había comenzado con la iniciativa de un primer sujeto.
Una de las cosas que pensé después fue que tal vez no había soñado eso, si no que había ocurrido realmente y que el último sujeto de la fila me había detenido de alguna forma para no seguirlos, o bien para terminar con la manía del primer sujeto, la posterior incorporación y desapariciones de las calles. Lo que más lamentaba era no recordar, sueño o no, que el sujeto mencionara el destino de esas andanzas y sus actividades, pero estaba decidido a incorporarme al grupo para averiguarlo.
Lo cierto, como hubiese sido, un sueño o pesadilla, es que nunca volví a verlos. Aún recuerdo vívidamente esa aventura y conservo la esperanza de verlos aparecer una de estas tardes por la calle. Creo que se fueron para siempre junto con su secreto, sellando el período de los éxodos.
Lo recuerdo como si fuera ayer. Por aquellas tardes, al caer el crepúsculo, las calles se vaciaban al son de una tenue claridad rojiza que se desprendía del sol ya oculto, mientras un viento repentino y prepotente alzaba una rápida cortina de polvo que limpiaba calles y aceras. Cuando éste cesaba aparecían de improviso por algunas esquinas algunos individuos medio idos, los que miraban intermitentemente a ambos lados de la calle, estaba desolada. Algunos de ellos con las manos en los bolsillos esperaban, mientras otros con los brazos cruzados escudriñaban. Entre ellos no se miraban pero sabían que estaban allí. Al acabar el crepúsculo comenzaban a caminar todos, al mismo tiempo, y siempre en la misma dirección, de oeste a este, erguidos y con zancadas pausadas. Al final de la calle desaparecían como si fueran absorbidos por la siguiente ráfaga de viento y polvo que parecía volver en la dirección opuesta. Luego de unos minutos la calle retornaba a la normalidad.
La primera vez que lo advertí, pensé que era normal su devenir y hasta llegué a pensar que trabajaban y que se conocían por ese motivo. Algunos habitantes murmuraban que eran drogadictos, y que no hacían nada de provecho, también parecían ser eso.
El día menos pensado decidí cambiar mi postura. Ya conocía de memoria esas apariciones, y me intrigaba saber qué pasaba con esos tipos una vez que desaparecían al final de la calle. Esta curiosidad me llevó un día a seguirlos. Cuando llegué a la última esquina de la calle, observé a lo largo de la diagonal que pasaba a los pies del cerro, a los individuos que conversaban en grupos dispersos, algunos miraban más allá, parecían esperar. Advertí en un grupo a un individuo que, con los brazos cruzados, me observó fijamente. Cuando la oscuridad ya fue completa disminuyó considerablemente mi campo visual, la escasa claridad me permitió ver algunos tipos que escalaban el cerro en fila. Esa noche volví a casa sumergido en profundas ensoñaciones y especulaciones, los sueños fueron peores. La segunda vez que los espié, se fueron en dirección al sur, siguiendo el curso de la línea férrea, siempre caminando en fila. Después de muchas escaramuzas espiándolos, descubrí que mi deseo de no seguirlos más allá no obedecía a la noche, el frío o premura por volver luego al hogar, si no por la presencia de un individuo que, desde la lejanía parecía retenerme en esa esquina, como si mentalmente me ordenara no seguirlos, por mi bien.
Estas persecuciones frustradas duraron un buen tiempo. Al parecer mis escaramuzas dieron pie a que más personas salieran de sus casas antes de lo previsto y se juntaran a cuchichear. Ahora opinaban que tal vez eran satánicos o delincuentes de alguna mafia, yo estaba seguro que ocultaban algo mucho más interesante. En algún momento, afanosamente, me di el tiempo de averiguar un poco más de la vida personal de estos individuos. Recurrí a fuentes confiables las que me dijeron que algunos de estos tipos habían sido universitarios, poetas y mendigos, y que en algún momento se reunieron formando una extraña y desconocida alianza. Se les vio luego en bares y tugurios de mala muerte, donde se drogaban; pero de la noche a la mañana dejaron esos vicios y ya no tuvieron más contacto social, sólo se les volvió a ver con las apariciones crepusculinas; para entonces ya les rodeaba un halo de misterio y respeto.
El tema de estas apariciones y desapariciones se hizo público un día cuando se realizaba una propaganda electoral, en donde uno de los candidatos a la alcaldía les hizo un llamado para que depusieran sus actos, ya que estaban atemorizando a la comunidad. No creo que dicha petición haya sido escuchada y mucho menos considerada por ellos, dado que fue emitida en momentos que estos no se veían y nadie se encargaría de hacérselos saber, mientras tanto sus actividades nocturnas continuaban con normalidad.
Como la autoridad competente o policial hacía nada al respecto, seguí con mis espionajes. Esta vez estaba decidido a seguirlos hasta el final de su recorrido y de esta forma saber de una vez por todas qué hacían, sólo para saciar mi curiosidad.
Una de esas tardes los seguí por el cerro. El crepúsculo había terminado y el cielo azul oscuro parecía fusionarse con el verdor espeso de los pinos y eucaliptos, lo que con el rápido correr de las horas dificultó la visión y la secreta persecución. La noche había caído por completo cuando sorpresivamente les di alcance en uno de los tantos y angostos caminos. Pero ese acercamiento, más que alterar su éxodo y mi persecución, me otorgó una extraña y familiar a la vez, comodidad y seguridad, ante un paisaje que parecía devorar mi atención apenas trataba de orientarme. Ahora mi interés de seguirlos no radicaba en una obstinada curiosidad si no en la necesidad de contar patudamente con su orientación para poder regresar a casa y a la cálida y cómoda cama que me esperaba.
En algún momento creí ser víctima del cansancio y el frío, pues una extraña sensación corporal, mezcla de mareo, apnea y visión borrosa me sorprendió botado en el suelo tratando de incorporarme. Cuando al fin pasó la crisis respiratoria me levanté apoyándome en unos arbustos. La confusión me hizo olvidar por unos segundos el propósito de mi estadía allí, al reaccionar ya había perdido de vista al último sujeto de la fila pero difícilmente podía caminar, eso sumado al frío y la total oscuridad, me hizo desistir de esa opción y preocuparme únicamente del regreso.
Pasé el resto de la noche tratando de encontrar caminos conocidos, erráticamente pude llegar junto con el alba a la cima de un cerro desde donde divisé la ciudad y me senté a descansar pensando en mi aventura infructuosa. Lo cierto era que después de esa persecución fallida, me quedaban muy pocas ganas de descubrir el secreto de las desapariciones de estos sujetos. Volví a casa, cansado, hambriento y adolorido por el frío.
Dormí toda esa mañana y soñé que continuaba persiguiendo a los sujetos después del mareo que me hizo caer; luego recordé que el último sujeto de la fila, encarándome, me contaba algunas cosas que tenían que ver con su participación en las desapariciones. Lo central del mensaje era que él había sido el último en incorporarse al grupo. Al igual que yo, y movido también por curiosidad, los había seguido y para no extraviarse lo llevaron consigo y lo regresaron a salvo, a cambio de sumarse al grupo, mantener el secreto de sus actividades y cooperar activamente con ellas. Después agregaba que de seguir mi intento de seguirlos también correría la misma suerte que él y la suerte del anterior y de todos los del grupo, manía que había comenzado con la iniciativa de un primer sujeto.
Una de las cosas que pensé después fue que tal vez no había soñado eso, si no que había ocurrido realmente y que el último sujeto de la fila me había detenido de alguna forma para no seguirlos, o bien para terminar con la manía del primer sujeto, la posterior incorporación y desapariciones de las calles. Lo que más lamentaba era no recordar, sueño o no, que el sujeto mencionara el destino de esas andanzas y sus actividades, pero estaba decidido a incorporarme al grupo para averiguarlo.
Lo cierto, como hubiese sido, un sueño o pesadilla, es que nunca volví a verlos. Aún recuerdo vívidamente esa aventura y conservo la esperanza de verlos aparecer una de estas tardes por la calle. Creo que se fueron para siempre junto con su secreto, sellando el período de los éxodos.
Hipódromo Igneo
Marcelo Contreras Prams
Nubes negras intercaladas sobre la transparente atmósfera rodean el hipódromo, la pista está preparada y la puedo ver hacia mi izquierda hasta donde se pierde en la primera curva. Pongo mis músculos afín a las circunstancias, estoy preparado para correr, de pronto, llegan mis adversarios sólo pongo atención en el más cercano a mí, quien monta sobre un caballo, esto me deja perplejo, el animal me examina con la mirada, relincha casi jocosamente, me da la impresión. El inicio de la carrera es inminente así que nos pusimos todos en fila sobre el borde de la pista y mirando a ésta, tengo la ventaja por estar más a la izquierda; el caballo con su pata hace un pequeño agujero en la arena lo que me permite darme cuenta de sus propósitos de manera que le imito. Suena la bocina y el impulso que doy apoyándome en el orificio me lanza al primer lugar con cierta holgura, de pronto comienza a caer la más hermosa lluvia, una torrencial lluvia con gotas en las cuales perfectamente se apreciaba el cielo en el contorno inferior de éstas, pero no es razón para detener la insigne carrera en la cual ahora estoy un tanto rezagado. Más allá de la primera curva, a través de los árboles, vi caer un gigantesco rayo, el mayor que viera jamás, una ígnea bola de electricidad comenzó a extender sus azarosos tentáculos sobre la superficie de la tierra. El pánico se apoderó de todos y comenzamos a huir en sentido opuesto a semejante portento, pero era inútil, nos comenzamos a electrocutar; en el ambiente, este peculiar olor a circuito eléctrico quemado.
Nubes negras intercaladas sobre la transparente atmósfera rodean el hipódromo, la pista está preparada y la puedo ver hacia mi izquierda hasta donde se pierde en la primera curva. Pongo mis músculos afín a las circunstancias, estoy preparado para correr, de pronto, llegan mis adversarios sólo pongo atención en el más cercano a mí, quien monta sobre un caballo, esto me deja perplejo, el animal me examina con la mirada, relincha casi jocosamente, me da la impresión. El inicio de la carrera es inminente así que nos pusimos todos en fila sobre el borde de la pista y mirando a ésta, tengo la ventaja por estar más a la izquierda; el caballo con su pata hace un pequeño agujero en la arena lo que me permite darme cuenta de sus propósitos de manera que le imito. Suena la bocina y el impulso que doy apoyándome en el orificio me lanza al primer lugar con cierta holgura, de pronto comienza a caer la más hermosa lluvia, una torrencial lluvia con gotas en las cuales perfectamente se apreciaba el cielo en el contorno inferior de éstas, pero no es razón para detener la insigne carrera en la cual ahora estoy un tanto rezagado. Más allá de la primera curva, a través de los árboles, vi caer un gigantesco rayo, el mayor que viera jamás, una ígnea bola de electricidad comenzó a extender sus azarosos tentáculos sobre la superficie de la tierra. El pánico se apoderó de todos y comenzamos a huir en sentido opuesto a semejante portento, pero era inútil, nos comenzamos a electrocutar; en el ambiente, este peculiar olor a circuito eléctrico quemado.
Bueyes Salvajes
Los bueyes seguían bebiendo y bailando. Desde la entrada oía sus risas y el ensortijado sonido de sus voces. Podía imaginar sus caras y sus gestos; los imaginé en la pista de baile evolucionando maquinalmente al ritmo de la música y del murmullo. Alguien gritó - ¡Fuego! - y el ruido de las conversaciones se hizo tenue y hasta inteligible. Ahora todos buscaban el origen del humo con olor a mierda.
-¡Fuego!, ¡en el baño de mujeres! -
Un extraño silencio se estableció por unos segundos; luego, los bueyes escupieron gritos desorientados y atroces ronquidos. Las mesas tropezaron con las sillas mientras los animales se abalanzaban en manada hacia la entrada. Oí sus lamentables mugidos embarrados y sus pisadas incoherentes; oí el azote de sus cuerpos, patas y cuernos contra la puerta. La civilización destruida era toda un trozo inconexo de humanidad que sin darse cuenta había derivado a este lugar en llamas; sin embargo, los bueyes no querían morir.
Me alejé. Un tipo en automóvil se detuvo en la entrada. Quitó el metal que trababa la puerta y los bueyes corrieron libres y salvajes, cayeron sobre el cemento tratando de respirar, sucios, exaltados, sobrevivientes.
Hambre y Sol
César Sánchez H.
El calor extendía sus ramajes por las aceitosas calles de alquitrán. Había perros tumbados en las esquinas tratando de escupir el sudor sobre las exiguas ráfagas de viento; sus lenguas deshidratadas se dilataban esforzadamente más allá de los hocicos y narices. Los esqueletos estaban cubiertos por un cuero ralo, ceñido a los huesos y articulaciones; cada movimiento era limitado por las mezquinas leyes elásticas de la piel. Una borrosa mancha de niños borrachos cambió el aspecto de la calle. Progresaban arrítmicos por la avenida; lentos, viscosos, con sus voces y ojos apagados. Entre ellos resaltaba una joven preñada que abría y cerraba la boca exhalando la bocanada de humo de un cigarrillo que compartían entre todos. Las pueriles pisadas se acercaron a la esquina donde reposaban los animales. Estos, al presentir el asedio, levantaron sus hocicos al cielo, tragaron aire sucio y retrocedieron mirando a sus agresores dejando ver sus colmillos y encías humedecidas por la rabiosa saliva. La joven roncó una palabra desconocida y los niños se abalanzaron sobre las bestias, llenando el espacio de ruido y furia. Los perros huyeron raudos a través del aire, en una estilizada carrera, sin ser alcanzados por los cuchillos, cuerdas y palos que les fueron lanzados. Los precoces cazadores volvieron sin presas donde la líder que buscaba enigmáticamente, por entre calles y edificios, la siguiente víctima.
El calor extendía sus ramajes por las aceitosas calles de alquitrán. Había perros tumbados en las esquinas tratando de escupir el sudor sobre las exiguas ráfagas de viento; sus lenguas deshidratadas se dilataban esforzadamente más allá de los hocicos y narices. Los esqueletos estaban cubiertos por un cuero ralo, ceñido a los huesos y articulaciones; cada movimiento era limitado por las mezquinas leyes elásticas de la piel. Una borrosa mancha de niños borrachos cambió el aspecto de la calle. Progresaban arrítmicos por la avenida; lentos, viscosos, con sus voces y ojos apagados. Entre ellos resaltaba una joven preñada que abría y cerraba la boca exhalando la bocanada de humo de un cigarrillo que compartían entre todos. Las pueriles pisadas se acercaron a la esquina donde reposaban los animales. Estos, al presentir el asedio, levantaron sus hocicos al cielo, tragaron aire sucio y retrocedieron mirando a sus agresores dejando ver sus colmillos y encías humedecidas por la rabiosa saliva. La joven roncó una palabra desconocida y los niños se abalanzaron sobre las bestias, llenando el espacio de ruido y furia. Los perros huyeron raudos a través del aire, en una estilizada carrera, sin ser alcanzados por los cuchillos, cuerdas y palos que les fueron lanzados. Los precoces cazadores volvieron sin presas donde la líder que buscaba enigmáticamente, por entre calles y edificios, la siguiente víctima.
miércoles, 4 de abril de 2007
Crítica Literaria, Aída Mella - 2006
Vladimir Nabokov
Biografía
"Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Mi pecado, mi alma. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta”
La novela está llena de detalles confiriéndole una gran credibilidad al argumento. Detalles que encontramos en las situaciones que se narran, en los gestos de sus personajes, descripción de los paisajes etc., como cuando dice por ejemplo: que la silla eléctrica “está pintada de amarillo” o cuando Humbert Humbert conduce el automóvil “con un dedo”.Biografía
"Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Mi pecado, mi alma. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta”
Vladimir Nabokov: (1899-1977). Novelista estadounidense, de origen ruso, poeta y crítico, es considerado como una de las principales figuras de la literatura universal. Nació el 23 de abril de 1899, en San Petersburgo, en el seno de una familia aristocrática. Nabokov abandonó Rusia junto a su familia en 1919, escapando de la Revolución Rusa y se estableció en Gran Bretaña, graduándose en la Universidad de Cambridge con la máxima calificación en 1922. Luego, se trasladó a Alemania donde vivió en Berlín desde 1923 al año 1937; comenzó a trabajar allí como traductor y también a escribir bajo el seudónimo de Vladimir Sirin; así, en 1926 publicó su primera novela “Mashenka”; “ Rey, dama, valet” (1928); “La defensa de Luzín” (1930) y “Habitación oscura”(1933); entre otros relatos. Trabajos que convirtieron a Nabokov en uno de los principales valores de la joven generación de escritores emigrados de Rusia. En 1937 huyó de los nazis a Francia, radicándose en París y donde escribirá en inglés, pues toda su obra anterior fue escrita en ruso. Aquí permanecerá tres años. A fines de 1940 se va a Estados Unidos desembarcando en Nueva York con su esposa Vera e hijo Dimitri. En este país dio clases de Literatura Rusa en la Universidad de Wellesley y en la U. de Cornell; escribió algunos ensayos entre los que destaca el que escribe sobre Gogol, publicado en 1944. Es también donde escribe sus libros más famosos como: “La verdadera vida de Sebastián Knight” (1941) o “Lolita” (1953), su obra más conocida que luego, se transformaría en un bestseller y por la cual se consagraría como uno de los grandes escritores norteamericanos y Nabokov sería atacado por críticos y moralistas; aún hoy “Lolita causa polémicas entre sus lectores. En 1945 adquirió la nacionalidad norteamericana y permaneció en este país hasta 1959. Año en el cual se radica en Suiza y donde fallece el 2 de julio de 1977 en Montreux.
En la década de 1960 se tradujeron a diversas lenguas algunas de las primeras novelas de Nabokov como“Invitado a una decapitación”. En 1960 publicó en edición crítica la novela de Pushkin: “Eugene Onegin” ( cuatro volúmenes); en 1962 “Pálido fuego”, novela que fue muy elogiada por la crítica; en 1966 editó “Habla memoria” (su autobiografía); “Ada o el ardor” en 1969; “Cosas transparentes” en 1972; “Mira los arlequines” en 1975 y en 1983 apareció como obra póstuma: “Lecturas de Don Quijote”.
Vladimir Nabokov escribió cerca de 50 trabajos que incluyen poesía, ficción, drama, autobiografía, ensayos, traducciones y crítica literaria. También escribió trabajos sobre mariposas y ajedrez, sus otras dos grandes pasiones.
En la década de 1960 se tradujeron a diversas lenguas algunas de las primeras novelas de Nabokov como“Invitado a una decapitación”. En 1960 publicó en edición crítica la novela de Pushkin: “Eugene Onegin” ( cuatro volúmenes); en 1962 “Pálido fuego”, novela que fue muy elogiada por la crítica; en 1966 editó “Habla memoria” (su autobiografía); “Ada o el ardor” en 1969; “Cosas transparentes” en 1972; “Mira los arlequines” en 1975 y en 1983 apareció como obra póstuma: “Lecturas de Don Quijote”.
Vladimir Nabokov escribió cerca de 50 trabajos que incluyen poesía, ficción, drama, autobiografía, ensayos, traducciones y crítica literaria. También escribió trabajos sobre mariposas y ajedrez, sus otras dos grandes pasiones.
Es una novela escrita por Vladimir Nabokov en 1953 cuando residía en Estados Unidos, pero debido a su argumento, no pudo publicarla en este país, hasta el año 1958. Por lo tanto, tuvo que llevarla a París y en1955 la editorial Olympia Press, que tenía cierta reputación por editar libros que habían sido catalogados de pornográficos como los escritos de H. Miller, Beckett o Durrell. Esta editorial lanzó al mercado “Lolita”, hecho que no tuvo resonancia alguna, a pesar que Nabokov contaba en ese entonces, con cierto prestigio como escritor. En 1956 fue prohibida en Francia por considerársela obscena y sólo en 1958, la novela es publicada en E.E.U.U., debido a que Graha Green, narrador, dramaturgo y guionista cinematográfico inglés, la eligió como uno de los mejores libros del año 1955 en el Sunday Times de Londres. La publicación causó numerosas críticas y una terrible polémica confiriéndole a la novela la fama de “maldita”, que hasta el día de hoy posee. Todo lo cual dio como resultado que se vendieran en las tres semanas siguientes a su publicación, la cantidad de 100.000 ejemplares, número de ventas que no se conseguía desde que se publicó “Lo que el viento se llevó”. Esta gran venta de ejemplares trajo fama y fortuna a Nabokov transformando a “Lolita” en un bestseller y provocó que un gran cineasta como Kubrick, comprara los derechos para llevarla a la pantalla grande en 1962, con guión escrito por el propio Nabokov. En 1997 se hizo una segunda versión por el cineasta Adrian Lyne
En cuanto al argumento de “Lolita” se trata de la confesión escrita que hace su protagonista y narrador Humbert Humbert a los jueces del tribunal (como también a los lectores) que van a juzgarlo por el asesinato de Clare Quilty, y por su inclinación por las niñas precoces.
La novela en sí, consta de un prólogo, una primera parte, una segunda parte y lo que Nabokov denominó: Sobre un libro llamado Lolita.
El prólogo lo firma John Ray Jr., doctor en filosofía quien da su opinión sobre la novela, para que la consideren como una obra de arte original y no como una simple novela, ya que él no tiene la intención de glorificar a Humbert Humbert, porque sin duda es un hombre abominable, abyecto, una mezcla de crueldad y jocosidad que revela tal vez una suprema desdicha; por lo tanto, no puede ser atrayente; que su obsesión por Lolita y por todas las nínfulas, como Humbert las llama, llega a la extravagancia, haciendo que la confesión de su crimen y las razones que tuvo para cometerlo no lo eximen de sus faltas. Según John Ray, las páginas de esta confesión de Humbert H. le llegaron después que éste había fallecido víctima de una trombosis coronaria en la prisión donde estaba recluido pocos días antes que empezara su juicio. Comenta que Dolores Schiller murió al dar a luz su hijo. También explica que no podría la novela ser considerada pornográfica porque en todo su desarrollo no existe ninguna escena de sexo explícito como tampoco hay palabras obscenas en su desarrollo, características típicas de este tipo de narraciones.
En la primera parte el protagonista narra su biografía, la atracción que ejercen sobre él las nínfulas como denomina a todas las niñas entre los nueve y los catorce años “que revelan a ciertos viajeros embrujados, dos o más veces mayores que ellas, su verdadera naturaleza, no humana, sino nínfica (o sea demoníaca); propongo llamar “nínfulas” a esas criaturas escogidas”, dice refiriéndose a ellas. Humbert, asimismo narra su amor por Annabel cuando todavía eran unos niños y la muerte de ésta unos meses después, hecho que marcó posteriormente y para siempre su inclinación u obsesión por las niñas. Relata su primer casamiento, su separación por la infidelidad de Valeria que era el nombre de ésta y como llega a conocer a Lolita, niña de doce años, hija de la dueña de casa a donde llega a vivir en Ramesdale en E.E.U.U., luego de sufrir una de las tantas crisis nerviosas que lo obligaban a internarse constantemente. Además, relata como Lolita juega a seducirlo haciendo más desesperante su obsesión; también su casamiento con la madre para estar cerca de la niña y poder así consumar sus deseos; cuenta como la madre muere atropellada y él, como su padrastro, se hace cargo de Lolita retirándola del colegio y proponiéndole iniciar una larga travesía por todo el país, sin decirle que su madre había muerto y narra la consumación de sus deseos. Termina la primera parte cuando Lo se entera de la muerte de su madre y se da cuenta que no tiene donde ir.
La segunda parte de la novela es la descripción de cada uno de los lugares que visitaron; la mayoría de la veces elegidos por Lo y muestra cómo la relación entre Humbert y Lolita fue cambiando debido al aburrimiento de la niña y a sus diferentes cambios de humor que dificultaban más y más su relación, aunque la obsesión de Humbert seguía igual por Lolita. Relata el protagonista que tuvo que aceptar el chantaje en dinero que le pedía Lo para consentir a sus deseos. Narra que el viaje duró dos años viviendo de hotel en hotel y de posada en posada, viaje durante el cual, Humbert sintió toda clase de temores que se descubriera su relación con la menor. Cuenta como un día Lolita escapa con un hombre que los había seguido gran parte del viaje, provocando su desesperación, una búsqueda frenética y un recordatorio constante en las cosas y ropas que la chica usaba y en otras nínfulas que veía. Hasta que un día después de tres años desde su abandono, recibe una carta donde Lolita le pide que la ayude, enviándole un cheque al correo del pueblo donde vive; además le cuenta que se ha casado y que está embarazada. Humbert relata como llega a la casa donde vive Lo y le da el dinero, no sin antes pedirle que se vaya con él. Lolita se niega y es ahí cuando se da cuenta que la ha perdido para siempre, entonces le exige que le diga con quién huyó y la razón que tuvo para que dos meses después abandonara a ese hombre. Luego refiere su búsqueda y llegada a la casa de Clare Quilty, que era el hombre que le había robado su nínfula, detalla como lo mata y es detenido por su crimen. Agrega también el protagonista y narrador de la novela que esa es toda su historia, que empezó a escribirla en un primer momento para usarla en su juicio para salvar su alma, pero que ya no la empleará en ello, sino que desea que se publique su relato una vez que Lolita haya muerto ya que él habrá también fallecido mucho antes que ella; que le desea a Lolita que sea feliz y que a su marido le exige que así sea, porque de lo contrario su espectro se vengará.
La parte de la novela que Vladimir Nabokov denominó: “Sobre un libro llamado Lolita”es donde el autor explica cuando le llegó por primera vez la idea de escribir Lolita, como estuvo a punto de quemar el borrador y porqué está en desacuerdo con los dueños de editoriales que se negaron a publicar su obra por primera vez, ya que la calificaron de pornográfica; explica porqué no puede ser catalogada de tal y que la negativa de los lectores por comprar el libro no se basaba en como había tratado el tema, sino en el tema mismo. También explica que no concuerda con los lectores que dirán que no tiene ningún sentido la obra, pues él nunca ha tenido interés en darle sentido didáctico a su novela; como igualmente niega el sentido antinorteamericano que algunos han querido darle. Nabokov dice que deben poner atención en el sinnúmero de imágenes que posee: imágenes del señor Taxocovic, de Lolita avanzando lentamente hacia los regalos de Humbert, de los sonidos tintineantes de la ciudad, etc., que son los nervios conformantes de la novela; pero que también piensa que muchos no repararán en ello. Esta parte del libro está fechada en noviembre de 1956, cuando aún no se publicaba en E.E.U.U.
“Lolita” es la novela por la cual Vladimir Nabokov, alcanzó fama mundial como escritor, aunque algunos críticos literarios piensan que “Pálido fuego” o “Ada” son sus mejores escritos. Pero es “Lolita” la obra más conocida de este escritor ruso nacionalizado norteamericano, obra que se transformó en un bestseller y que además de éxito le trajo fortuna a su autor.
Es una obra que ha causado polémica desde que se publicó en 1955, hasta el día de hoy por su argumento: la obsesión de un hombre de cuarenta y dos años por una niña de doce años a la que seduce y por quién comete un crimen, tema que perturba e inquieta a muchos lectores pues la pedofilia será siempre castigada y repudiada en nuestra sociedad. Pero lo que nadie puede contradecir es el rico estilo que Nabokov empleó en su estructura; un estilo lleno de metáforas , de incomparables imágenes, es decir, una prosa de gran riqueza lírica, de frases cadenciosas y llenas de musicalidad que hacen que esta novela sea considerada una verdadera obra de arte.
En cuanto al argumento de “Lolita” se trata de la confesión escrita que hace su protagonista y narrador Humbert Humbert a los jueces del tribunal (como también a los lectores) que van a juzgarlo por el asesinato de Clare Quilty, y por su inclinación por las niñas precoces.
La novela en sí, consta de un prólogo, una primera parte, una segunda parte y lo que Nabokov denominó: Sobre un libro llamado Lolita.
El prólogo lo firma John Ray Jr., doctor en filosofía quien da su opinión sobre la novela, para que la consideren como una obra de arte original y no como una simple novela, ya que él no tiene la intención de glorificar a Humbert Humbert, porque sin duda es un hombre abominable, abyecto, una mezcla de crueldad y jocosidad que revela tal vez una suprema desdicha; por lo tanto, no puede ser atrayente; que su obsesión por Lolita y por todas las nínfulas, como Humbert las llama, llega a la extravagancia, haciendo que la confesión de su crimen y las razones que tuvo para cometerlo no lo eximen de sus faltas. Según John Ray, las páginas de esta confesión de Humbert H. le llegaron después que éste había fallecido víctima de una trombosis coronaria en la prisión donde estaba recluido pocos días antes que empezara su juicio. Comenta que Dolores Schiller murió al dar a luz su hijo. También explica que no podría la novela ser considerada pornográfica porque en todo su desarrollo no existe ninguna escena de sexo explícito como tampoco hay palabras obscenas en su desarrollo, características típicas de este tipo de narraciones.
En la primera parte el protagonista narra su biografía, la atracción que ejercen sobre él las nínfulas como denomina a todas las niñas entre los nueve y los catorce años “que revelan a ciertos viajeros embrujados, dos o más veces mayores que ellas, su verdadera naturaleza, no humana, sino nínfica (o sea demoníaca); propongo llamar “nínfulas” a esas criaturas escogidas”, dice refiriéndose a ellas. Humbert, asimismo narra su amor por Annabel cuando todavía eran unos niños y la muerte de ésta unos meses después, hecho que marcó posteriormente y para siempre su inclinación u obsesión por las niñas. Relata su primer casamiento, su separación por la infidelidad de Valeria que era el nombre de ésta y como llega a conocer a Lolita, niña de doce años, hija de la dueña de casa a donde llega a vivir en Ramesdale en E.E.U.U., luego de sufrir una de las tantas crisis nerviosas que lo obligaban a internarse constantemente. Además, relata como Lolita juega a seducirlo haciendo más desesperante su obsesión; también su casamiento con la madre para estar cerca de la niña y poder así consumar sus deseos; cuenta como la madre muere atropellada y él, como su padrastro, se hace cargo de Lolita retirándola del colegio y proponiéndole iniciar una larga travesía por todo el país, sin decirle que su madre había muerto y narra la consumación de sus deseos. Termina la primera parte cuando Lo se entera de la muerte de su madre y se da cuenta que no tiene donde ir.
La segunda parte de la novela es la descripción de cada uno de los lugares que visitaron; la mayoría de la veces elegidos por Lo y muestra cómo la relación entre Humbert y Lolita fue cambiando debido al aburrimiento de la niña y a sus diferentes cambios de humor que dificultaban más y más su relación, aunque la obsesión de Humbert seguía igual por Lolita. Relata el protagonista que tuvo que aceptar el chantaje en dinero que le pedía Lo para consentir a sus deseos. Narra que el viaje duró dos años viviendo de hotel en hotel y de posada en posada, viaje durante el cual, Humbert sintió toda clase de temores que se descubriera su relación con la menor. Cuenta como un día Lolita escapa con un hombre que los había seguido gran parte del viaje, provocando su desesperación, una búsqueda frenética y un recordatorio constante en las cosas y ropas que la chica usaba y en otras nínfulas que veía. Hasta que un día después de tres años desde su abandono, recibe una carta donde Lolita le pide que la ayude, enviándole un cheque al correo del pueblo donde vive; además le cuenta que se ha casado y que está embarazada. Humbert relata como llega a la casa donde vive Lo y le da el dinero, no sin antes pedirle que se vaya con él. Lolita se niega y es ahí cuando se da cuenta que la ha perdido para siempre, entonces le exige que le diga con quién huyó y la razón que tuvo para que dos meses después abandonara a ese hombre. Luego refiere su búsqueda y llegada a la casa de Clare Quilty, que era el hombre que le había robado su nínfula, detalla como lo mata y es detenido por su crimen. Agrega también el protagonista y narrador de la novela que esa es toda su historia, que empezó a escribirla en un primer momento para usarla en su juicio para salvar su alma, pero que ya no la empleará en ello, sino que desea que se publique su relato una vez que Lolita haya muerto ya que él habrá también fallecido mucho antes que ella; que le desea a Lolita que sea feliz y que a su marido le exige que así sea, porque de lo contrario su espectro se vengará.
La parte de la novela que Vladimir Nabokov denominó: “Sobre un libro llamado Lolita”es donde el autor explica cuando le llegó por primera vez la idea de escribir Lolita, como estuvo a punto de quemar el borrador y porqué está en desacuerdo con los dueños de editoriales que se negaron a publicar su obra por primera vez, ya que la calificaron de pornográfica; explica porqué no puede ser catalogada de tal y que la negativa de los lectores por comprar el libro no se basaba en como había tratado el tema, sino en el tema mismo. También explica que no concuerda con los lectores que dirán que no tiene ningún sentido la obra, pues él nunca ha tenido interés en darle sentido didáctico a su novela; como igualmente niega el sentido antinorteamericano que algunos han querido darle. Nabokov dice que deben poner atención en el sinnúmero de imágenes que posee: imágenes del señor Taxocovic, de Lolita avanzando lentamente hacia los regalos de Humbert, de los sonidos tintineantes de la ciudad, etc., que son los nervios conformantes de la novela; pero que también piensa que muchos no repararán en ello. Esta parte del libro está fechada en noviembre de 1956, cuando aún no se publicaba en E.E.U.U.
“Lolita” es la novela por la cual Vladimir Nabokov, alcanzó fama mundial como escritor, aunque algunos críticos literarios piensan que “Pálido fuego” o “Ada” son sus mejores escritos. Pero es “Lolita” la obra más conocida de este escritor ruso nacionalizado norteamericano, obra que se transformó en un bestseller y que además de éxito le trajo fortuna a su autor.
Es una obra que ha causado polémica desde que se publicó en 1955, hasta el día de hoy por su argumento: la obsesión de un hombre de cuarenta y dos años por una niña de doce años a la que seduce y por quién comete un crimen, tema que perturba e inquieta a muchos lectores pues la pedofilia será siempre castigada y repudiada en nuestra sociedad. Pero lo que nadie puede contradecir es el rico estilo que Nabokov empleó en su estructura; un estilo lleno de metáforas , de incomparables imágenes, es decir, una prosa de gran riqueza lírica, de frases cadenciosas y llenas de musicalidad que hacen que esta novela sea considerada una verdadera obra de arte.
“Lolita” es una gran novela que hoy a cincuenta años de su aparición sigue causando críticas por su argumento, pero como dijo el estudioso de la obra de Nabokov, Stephen Parker de la Universidad de Cornell: “Uno no lee por sus ideas, sino por su presentación”. Por lo tanto, hay que trascender el argumento para ir a lo más importante de esta obra, y lo más importante es la riqueza incomparable de su prosa que la convierte en una obra de arte, que perdurará en el tiempo.
“Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuan-do firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita"…
Producciones 2005 - Click! Nº 2 - 3 - 4
César Sánchez
La pareja de enamorados yacía bajo el autobús mientras algunos transeúntes los miraba amarse. Un profesor de matemáticas que pasaba, al verlos pensó que su hija se quejaba de la misma forma cuando él la penetraba. Es hermoso cuando los perros se aman. El bus partió y el sol cubrió a la pareja de una belleza que embotaba la mente de los policías. Hay que decir que el día estaba hermoso, no había niños en las calles, los motores zumbaban entre las esquinas, los pájaros se habían quedado en sus nidos y las flores prefirieron no abrir sus pétalos. El profesor de matemáticas dobló en la esquina, sacó un cigarrillo de su bolsillo y lo encendió, dio una bocanada y lo lanzó dentro de un automóvil que conducía su amigo Esteban. Se saludaron expresivamente; el semáforo dio luz roja así que intercambiaron un par de palabras. Luz verde, Esteban aceleró y en la otra cuadra se estacionó en la entrada del banco. Mientras esperaba en la fila, miraba a una hermosa mujer, con un escote que mostraba gran parte de sus senos redondos y blancos.
Estaba tan concentrado que no notó cuando el joven delante de él sacó un revólver y se puso a disparar; un asalto a las once de la mañana. El guardia calló muerto y la mujer de los senos hermosos también. Esteban no podía creer lo que estaba viendo, la mujer no llevaba ropa interior, cómo podía yacer así en el suelo. El joven ladrón huyó con su botín. En la entrada lo esperaban sus cómplices que aceleraban el taxi dispuestos para el escape. El del revólver disparó al aire para que nadie los siguiera, pero el ruido advirtió a un policía que estaba en frente. Dos de los cómplices cayeron heridos, el tercero no sabía conducir así que corrió con todo lo que pudo. Llegó a la esquina y dobló, el policía iba detrás de él sin perderlo de vista ni un instante, su gorra cayó con la carrera cuando de pronto él también se vio en el suelo. Había tropezado con la pareja de enamorados que llevaba horas amándose sin cesar.
Producciones 2004 - Click! Nº1
Presentación
En TPH, la aproximación a la literatura surge con la creación de una pequeña biblioteca comunitaria (posible con aportes del Fondo del Libro y la Lectura) y hoy es una acción que cobra relevancia por los gestos interesados de un grupo de mujeres que buscaban no sólo leer más si no que querían profundizar sus aprendizajes. Hace un año el espacio de Tertulias “Cultura, Café y otras Yerbas” fue el inicio de dichas inquietudes. En la actualidad (también con aportes del Fondo Nacional del Libro y la Lectura), estamos desarrollando diversas acciones socioculturales, entre las que destacan los talleres de aprendizaje que permiten la presente publicación. Acá se recoge el esfuerzo y la perseverancia de un grupo de personas, en su mayoría mujeres del sector de Barrio Norte, que durante varios meses dedicaron horas a dialogar, a intercambiar, a aprender, a imaginar y a crear en torno a la literatura. Poesía, narrativa, lectura crítica, literatura de género, entre otras, constituyeron las materias que animaron nuestra casa al atardecer.
Agradezco de manera personal y a nombre de TPH, a hombres y mujeres que hicieron posible estas acciones, especialmente a quienes facilitaron los diversos espacios con responsabilidad, compromiso y creatividad.
A César Valdebenito, un reconocimiento merecido en su condición de escritor y poeta, que nos ha distinguido con sus aportes en abundancia
Yésica Venega G.
Coordinadora de Programa
Fundación TPH Concepción
Prólogo César Valdebenito
Bien, me permitiré decir la verdad, algo que es siempre un gran error. Para dictar un taller literario hay que asumir (por lo menos eso es lo que creo) el hecho de ser el "Revienta Pelotas", lo que en mi caso es tarea fácil, pues tengo la pasta, la cizaña necesaria y en esencia lo soy (lo han comprobado quienes me han tratado de truhán, tahúr o bicho licencioso o cochino, provocados por mi palabra cáustica y perspicaz). A partir de este fundamento asumí un par de talleres literarios en el proyecto “Cultura, Café y otras Yerbas”. Desde el principio este lugar de encuentro fue una instancia muy viva de interacción y el canal de privilegio de la necesidad de expresarse de quienes en él participaban. Las sesiones eran semanales, el dialogo y la reflexión de los integrantes con sensibilidades similares o distintas (o incluso divergentes) enriqueció el quehacer sustentado en el respeto y la tolerancia (y no faltó el día en que, para mi agrado, escuché la risilla ante alguna de mis frasecitas, y luego vino la revistilla que regalé para escándalo y ultraje de los contertulios), así fluyó el taller y así llegamos a esta publicación entre el café, la biblioteca, la sala y la cocina y al fragor de las discusiones acaloradas.
En esta primera sección de la revista se reúnen los trabajos de los talleres literarios de Poesía y de Narrativa. A partir de una producción abundante, y de la incipiente asunción al primer peldaño del parnaso de la creatividad, he escogido aquellos textos mejor logrados dentro de las disímiles y primerizas torpezas y no menos aciertos. La selección se inicia con los poemas de David Muñoz, en ellos se aborda el erotismo amoroso con un lenguaje coloquial, entre imágenes versátiles y ágiles los textos exploran las contradicciones vitales del diario vivir del hombre. Los versos de Alexis Vidal muestran la visión de la periferia y el testimonio del horror del sentir marginal, en este contexto el poeta combina con habilidad el desparpajo y el desenfado. Por su parte, los poemas de Juan Nova transitan el lenguaje expresivo, en el afán de verbalizar un mundo distinto, y no obstante, reconocible, y son un intento de abordar lo sintáctico y lo semántico que en ciertos momentos se le desborda de las manos, pero al mismo tiempo se acerca peligrosamente al oficio. Mientras que Natalie Bricila, la más joven de las talleristas (11 años), nos revela las inquietudes de una joven que avanza con los tropiezos propios de los esbozos, sin embargo, es una semilla promisoria que se deberá cultivar al alero de nuevos talleres. Los textos de Yésica Venega cultivan el erotismo indócil, los versos rígidos y secos permean una poesía todavía embrionaria, mientras que de Jeannette Suárez publico un único poema en el que se aborda la sensualidad, desde su nicho cultiva el lenguaje depurado y un cierto prurito de exactitud, en cambió los poemas de la poetiza Emma Moncada nos muestra el dolor y el agobio con algunas audacias de imágenes y de semántica. La muestra incluye dos poemas de Mabel Arias los cuáles revelan su evolución en la manera de ver la poesía y un genuino intento de dominar el arte de la escritura. Finalmente, Cecilia Moncada nos ofrece un texto sobre el cameo, el fragor y deseo del cuerpo, la descarnada compulsión del "amor".
En narrativa he seleccionado varios autores. Los cuentos de María Fierro se desarrollan con desenvoltura, en "45 días a Paris" nos topamos con la magia exacta de los mitos que nos sirven para vivir y los de Yésica son un prodigio en la elaboración. En uno de ellos encontramos un magnífico retrato del alma secreta de una niña, su desarraigo y su dolor. Por su lado, los dos relatos de Jannette Suárez van en la búsqueda de una senda, aunque no posee la técnica (como muchos), sus primeros trabajos deben llevarla a territorios más maduros. Los cuentos de Emma Moncada se proyectan en la configuración de situaciones límite, pone en juego los conflictos de la pareja y de la mujer resignada a todo. La ficción de Cecilia Moncada nos asalta con una mezcla del mejor Chejov y el peor Paulo Coello y ello con un toque de literatura picaresca lo que le da el sello Cecilia Moncada.
Es claro que habrá que esperar que el tiempo decante esta primeriza producción. Que se produzca un proceso de madurez en la búsqueda de una voz, de una estética y de una sensibilidad. Estoy seguro que esto es apenas una onda en la superficie y eso está bien, es lo que debe ser. Sólo el tiempo nos hace ser capaces de distinguir la mera onda de la superficie de la corriente profunda o del auténtico cambio, pero ser una onda es el mérito.
P o e s í a
Alexis Vidal
El Mar del Olvido
Fría brisa marina abre mis sentidos
El gris escenario de la lluvia se rompió como cristal
Se forjan las vidas de las humildes personas de la costa
En ellos se alberga la incertidumbre del mañana
Mis ojos pueden traspasar las olas
Profundizar el abismo marino
Y visualizar el futuro
Fábricas trabajan las energías para crear poder
Desechos tóxicos es el legado del sometimiento
El rojo fuego forja el acero
El hielo blanco adormece mis huesos
El viento marino envejece el rostro
Y así se olvida la vida sobre un mar de lágrimas de sal
Visiones de otros mundos Terrenales
En nuestro inmenso cosmos
Y la visualización del diario vivir
Mientras la criatura duerme apaciblemente en la noche
Y el mundo gira sin descanso
El despertar se hace duda
Soy el psicótico y visionario
Cabalgué por mi pensamiento nebuloso
Entonces perdí el rumbo
Y me vi en el vacío
Me perdí en las sombras
donde habitan extraños seres
Con sed de lucha sangrienta
Yo soy uno de esos seres interestelares de mi población
Entonces desperté y comprendí
Estaba visualizando mis seres cercanos
Con ojo analizante regresé a la realidad
Al antro terrenal y precario
Al vino barato de cien pesos
¿ése era mi sueño?
¿Qué Piensas de Mí?
¡Por qué me miras así!
¿me tienes miedo?
¿te gusto?
¿te llama la atención mis marcadas facciones?
¿piensas que soy muy extraño?
¿te asusta mi mirada penetrante?
¿crees que soy un simple demente?
¿crees que estoy endemoniado?
¿piensas que te puedo agredir?
¿crees que te puedo destripar?
Pero en fin, quiero que sepas que no me
Importa tu estúpido modo de pensar!!
Avanza el Tiempo
Estoy en decadencia este último tiempo
He estado en decadencia durante mis tres vidas y media
Mi sentido por la supervivencia se desgasta
La mente se debilita y cae progresivamente en el vacío
Mi fortaleza decae
Pierde valor
Y se tiñe de un manto gris
El paso adelante retrocede
La primavera se vuelve invierno
Los rostros palidecen
Y el cuerpo adelgaza
El tiempo pasa la cuenta
Y no tengo con que pagarle.
Oscuras Reflexiones
Conversaciones, risas, aburrimiento, sol, alcohol, playa, cerros mirar oler. Jugando a vivir, comunicándonos con los demás, qué difícil tarea para quienes no les gusta! Carretear en la playa, cerros, casas, sitios eriazos.
Compartir con mujeres, hombres, gays, lesbianas, jóvenes, viejos y niños. Consumir alcohol, drogas, lujuria, locura. Verano, sol, viento, damas hermosas y jóvenes. Música, rock, metal, jazz, gueveo, risas, historias, miedos, enfermedades, oscuridad, miedo, cadáveres, carrete, carrete, carrete...ja,ja,ja,ja
María Fierro
Soy Mujer
Mujer para la vida
Mujer hija que causó tu preocupación
Mujer hembra que se estremece con tu caricia
Mujer madre que germinó en nuevos frutos
Mujer fuego que alumbra, entibia y fortalece tu espíritu
Mujer sangre que alimentó tu vida
Mujer aire liviana, imperceptible, vital, fuerte y desgarradora
Mujer sol escondida tras una nube o brillando incontenible
Mujer tierra cuna de semillas que verán el amanecer
Mujer luz que ilumina con amor la oscuridad del alma
Mujer sueños para regalarte las alas que extenderás
Mujer amor única, múltiple y milenaria
Desde siempre y para siempre mujer
DAVID MUÑOZ JARA
Sed
Morena, piel tierna, fragancia.
Confundida con la brisa de la noche
Con el aire medular de aquel sitio
Que te envuelve y te hace deseable
Piel canela encendida por el hambre
De los perros
Que babean por conocer
La delicia que se esconde tras tu traje diminuto
Que complace a tus admiradores
Muestra mujer tus bondades
Mientras en una mesa apago mi sed.
Sociedad
Noche, ruedas, calles.
Bullicio, olores, gritos.
(perros, gatos, mendigos)
Orgullo, presión, intolerancia.
Vicios, drogas, sexo.
(putas, cobardes, cabrones)
Cuchillos, pistolas, tumbas.
Asaltos, abusos, violaciones.
(reos, asesinos, delincuentes)
¿Dónde estás tú?
Con ganas de estar ahí
Con ganas de estar ahí
Las miro desde una esquina
Donde nadie puede verme
Con ganas de estar ahí
Y ser cómplice de toda esa lujuria
Desplegada en esos pechos sensuales
Con ganas de estar ahí
Y revolcarme como un perro
Teniendo sexo hasta acabar
Con ganas de estar ahí
Tentación
Rubia, dulce juventud
Mereciendo el calor, al amor, la ternura
El cuidado de quien nos da consuelo
Y a quien ella le importa...
¿a quién le importa?
Vive a su manera,
disfrutando todo sin disfrutar nada
Entregándose de lleno, sin entregar
Solo recibiendo
Belleza aparente...
Te seduce.
Mujer
Sentado en un sofá
Sin poder salir, sólo pensando.
Trabajando con una pluma en la mano
Entregando quizás lo que nunca
Nadie conocerá o tal vez escribiendo
Solo una parte de mi cruda existencia
De fondo una música muy tenue
Que acaricia mis palabras, que revuelve
Mis pensamientos en la búsqueda imperiosa
De cómo expresar lo que estoy sintiendo
La necesidad de escribir...
La necesidad de amar... mientras
Sigo sentado en el sofá
Y aún no entiendo el por qué
Entre tanto, sólo escribo lo que siento
Guiado por el instinto
Y el anhelo de encontrar solución
Al dilema de ser tu dueño y no tenerte
Mujer.
NATALIE BRICILA ARANEDA
Las Flores
Es bella
Es gozosa
Para la alegría
De la tierra
Hay una flor
Que está
¿Cómo verla?
Si está entremedio de cualquiera
¿Cómo distinguirla?
Si una y otra
Se cruzan entre sí,
Pero si miraras bien
Te darías cuenta
Que son todas
Las que dan alegría
A la tierra
Palomas Asesinadas
Las vidas de las palomas
palomas de la canción asesinada
no hay esperanza
Tendida en el medio del mar
¿por qué tomarla... sin conocerla?
En la triste opereta de la vida
Esperando alzarse
Y poder alcanzar el cielo
¿cómo no respetar su independencia?
Llegara el momento
Cuando los detalles de la luz iluminen sus ojos
Y será la belleza de las palomas.
JUAN CARLOS NOVA MORENO
Reencuentro
Vine de mí sin ti
por la córnea a la nariz
y de ahí hasta el plexo.
Como sueles esperarme
llegué por la tarde
pero no estás aquí
El bosque talado
habla tu ausencia
en la cima y pradera.
Vertientes turbias
no logran sonsacarte
de la piedra y la raíz.
Hornos y hogueras
arden sin tu color
y se enfrían.
Paredes de adobe
borran tu nombre
inscrito con mi puño.
El huerto y frutales
descuelgan su brote
olvidado de tu sabia.
La aurora no es temprana
al dejar de ser cielo
y echarse a soñar.
Qué dice el camino,
el guijarro y la estrella,
no saben a quien mirar.
Me recuperas
antes de irme
a la fuente secreta.
Elevación y gloria
jubilosa y halagüeña
desde los confines.
Dos seres perpetuos
navegados por lluvia
y un poco de ventisca.
Yo, loto milenario
diseñado a emigrar
cada año sabático.
Tú, cántaro y matriz
de un jarabe pantanoso
brotando como la resina
La niña del juego
reabría su viejo baúl
y se vestía para mi.
Me dejé caer a la pelvis,
me subiste a la pineal,
allí no era de temer.
Al correr por tu adiós
bajé directo al corazón
y en él me dejé llevar.
La Parcela del Caos
llegué cuando no estabas
y me dormí sin tu beso.
desperté y te habías ido,
te llamé y no regresaste.
Quise leer sin tu mirada,
pensar sin tu recuerdo,
irme sin despedir
Cuando supe de ti
estabas dormida en pie
desdibujándote,
engañando mi ceguera.
Nos huimos desesperados
cuando el miedo despierta.
¿Cuándo estaré contigo
como la palma de la mano?,
¿Me despediré si tus
partes aún no llegan?,
¿Te besaré sin la boca?,
¿Tocaré el bronceado del sol?
Ansío tu andar y las letras
que balbucean mi nombre.
Tus pies por las aguas
van como torbellinos
masticando peces,
pecando contra mareas;
te veo desde los recuerdos.
Mi señal sobre tu piel
se sumerge y da calor.
seguiremos sufriendo
recibiendo la panacea,
la sustancia del Edén
dejada en la parcela del caos;
esas partículas de dolor
palpitando en hormonas
un amor duro y transpirado,
todo un buen amor.
Somos la historia de la tarde
al tratar de leer algo y
aún dormida sentada,
mi pequeña morada
inocente de su espina
y de la espesa sangre
mojándome las entrañas.
Debo sufrir y cantar
Ay de mí si no lo hago,
y cargar un ápice de humanidad
para sobrevivir y sorber
ansioso la droga que
enciende una llamarada
de la hoguera universal
almacenada en mi alma.
Debo amar tu sufrimiento
como sustento a mi dolor,
debo decirte que te amo
e irme lejanamente para
no caer en tu prisión.
Aún cuando desaparezcas
seguiré imaginándote en pie
si quieres seguir despierta.
Quedaremos ocultos a la naturaleza
velados con sombra de lluvia,
callados con una plegaria
humedeciéndonos del sudor.
¿Cuál fue el pacto y la culpa?
¿Ser libres y amar?,
¿Osar pensarnos?
¿Ver la gloria del creador?,
tal vez, pero quizás
otros dioses habrá.
De vez en Cuando
Cuando mi cuerpo se sacude
y los músculos se estremecen
es por la imaginación.
Y si me pierdo en el pensamiento
absorbido en tu lengua
escudriñado en tus manos,
es por tus ojos locos.
Cuando me dejo llover con agua fresca,
me dejo morir,
es el amor que pasa.
Y si salta el sol en el ocaso
y hace temblar la mano
es por el laburo sufrido.
Cuando no hay muerte en la muerte
ni creencia jubilosa
las palabras están demás.
Una Poesía, Una Distancia
Una poesía nace en el Sol, su horizonte
se inunda en el calor de la soledad,
su pelaje sueña mil cosas,
me trata suavemente, y
la estrecho nocturno con su calor.
La lluvia se desahoga en mi,
se queja, pide amor y sufre,
quiere sufrir y ser feliz,
mientras mis pies van entre durmientes.
Una distancia se esfuma
un alma presenta su suspiro,
una mirada con vida dilata los recuerdos
y el viento se pierde para siempre.
Un tren se va, ¿solo?, no
se va con ella, feliz;
retuerzo los dedos con
esa canción que rueda
como un piano rezador.
El puente del tren avanza,
avanza un cerro, un pueblo, y
canto entre fierros y durmientes,
mirando la desembocadura del río
con su isla.
INFANTINA
Claros celestes alados
con pies de espuma
levitas en la almohada,
blanda su pequeñez.
Dos membranas de seda
de su corsé elevan
la sutileza de su piel.
Ceñida sobre mí
menina me mimas
y quitas el roce que
atrae mi intimidad.
Su cuerpo de cera estampa
su plumaje de miel
que macera el temor.
Te prendes cual incienso
liando con tu aroma
dedos y cansados pies
que tras tu huella
renacen al calor.
Sílfide de caramelo,
tu pistilo de algodón
fresco y esponjoso
contrae los juegos.
Fémina de golosinas
viscosa abates el silencio
y lubricas con tu mirar.
Una sustancia almidonada
que exhala su vapor
vibrando sobre la tierra
y en el aire una estrellita de amor
que danza sin piedad,
infantina madura
yace tu cuerpo sereno
sobre la cama sola
plácidamente,
recibiendo roce y calor.
Éxtasis
Mi silueta
el labio mojado
jadeo sobre tu insaciable piel
Me humedezco en el ardor
del quemante movimiento
galopo en busca del éxtasis
bebiendo el universo
Brazos
piernas mezcladas
lascivo el pecho
mi lengua indagando tu sexo
Cuerpo agitado
Emanando perfume sudoroso
penetrándome el cuerpo
Y es una sola explosión
JEANNETTE SUÁREZ
Cómplice
Quisiera decir que
amo esa tierna complicidad
de la primera vez en que decidimos
emprender juntos éste
eterno investigar
Me gusta ver como
tu cuerpo y el mío
avanzan en la madurez
hacia lo desconocido
que muestran nuestros ojos
el envejecer
Es nuestro altar cómplice
de todos nuestros deseos
y aunque nunca con palabras
diga lo que siento y deseo
en resumen, yo ¡TE AMO!
mi dueño y esposo ¡MIO!
MABEL ARIAS
Confusión
Querer esperar el tiempo
La razón llama a mi paciencia
En medio del huracán
La sinfonía aún se escucha
Marca mi sendero
Aún vago en desiertos
Atrapada en rebeliones
Duermo, y no camino
Niña
Sumergida en sus recuerdos
Como en un oleaje extendido
Perdida sin rumbo
Ahogándose en su temor
Busca asfixiada
encontrar el rumbo
Nada sola la niña
Llora el desconsuelo
Agoniza ya en vida
Sin encontrar la paz
EMMA MONCADA
Calles Vacías
Calles solitarias, nadie está en ellas
a lo lejos un perro, buscando un refugio
Con su frío intenso viene la noche.
El silencio hace sentir su presencia
envolviendo la ciudad
las luces anuncian personas despiertas
Algunas casas a oscuras se quedan.
Quietud y silencio con su luna llena
después del trajín del día
vehículos lejanos transitan
trasladando algún pasajero.
Calles que mañana estarán con una multitud
de un lado a otro corriendo sin verse
personas extrañas, cada una en lo suyo.
Hoy vacías, tan grandes se ven
calles desoladas con nostalgia nocturna
la penumbra habitando en un interior...
Calles, avenidas extensas, otras pequeñas
que a destino nos llevan
calles que organizan la cuidad
Otoño
Hoy te asomaste a mi puerta
el aire otoñal chocaba en mi rostro.
Las estaciones tienen su magia,
Nostalgia me trae este tiempo.
Sabor que inspira el romance
me hablas de paisajes, de música y amor.
Es como un dulce que gusta y que duele.
Veo tus hojas caer de los árboles,
cayendo una a una
danzando antes de su muerte.
Las calles se cubren con espesa alfombra
verdes, amarillas, marrón,
amortiguando nuestros pies.
Contigo vienen los vientos
como gran máquina de aseo
veloz barriendo las calles
juntando hojas secas.
Los árboles desnudos
con sus brazos extendidos, gritan;
¡ Mi ropa no quiten, que hace mucho frío!
YÉSICA VENEGA
Declaración de la SRA. K
La Sra. K puede
Acompañar tu mirada
Hacia una copa
eternamente
medio vacía
Buenos Días
Aún puedo comer al desayuno
Pese a las náuseas del trasnoche
Y ese deslinde de asco al despertar,
Ya sabes, en otra cama...
La SRA. K
Sería más preciso si digo baR
le tengo un aprecio de tahúr
o un apego de ángel o de virgen
en ley seca o toque de queda
Tiene un aire incomprensible
Que me franquea y que me expulsa a la calle
El mismo adorno navideño
Tras cada invierno que muere
en la parranda de los meses
La Sra. K bosteza aburrida y piensa
“cierto sepia no colgará de tus muros”
además, ella bebe la copa medio llena
Que R ya no expende en el local
Alguna vez te daré las gracias
Caen los muros de estos años
inútiles
Y la noche con su día pertinaz
queda instalada
me dibujan flores de miel en el pecho
y se abren todas las puertas
y caen los muros de estos años inútiles
y qué de mí, qué de mí...
en este afán de obviarte la esquina
siendo la misma esquina rota
y tal vez por lo mismo, ves
tan absurdo
y me bebo las lágrimas tibias
cual puta jubilada en Diciembre
el sudor va y viene de la mano
y ya no sé si huir o permanecer
tu dureza es el límite del segundo al abismo
y subyugada te acompaño a la puerta.
Huacha
Huacha, sin origen
expulsada de tu núcleo
informe y deslavada
Qué de agenda,
Qué de celular y de tv
y qué de tu sonrisa, tu sonrisa
sin gaviotas
ni putas al acecho
sólo el perro de la calle, huacha
Adagio
Marcelo Contreras
Recuerdo que ella estaba recostada sobre la cama; mientras, yo de pie junto a la ventana, observaba un pequeño jardín a través del espacio que me permitían las cortinas semi abiertas; jardín que me era imposible ignorar cada vez que entraba en esa habitación, pero lo que me atraía no se debía al orden propio de la intervención del hombre, sino más bien, a lo rústico y silvestre. La fuerza de cada planta por sobreponerse a las adversidades, fieles intérpretes de la vitalidad tantas veces anunciada por Nietzche. Ahora que lo pienso, siempre he preferido este último tipo de jardín, y al compararlo con Andrea podría pensarse que ella es su equivalente femenino; pero no lo es, ella es la frágil sutileza decantadora del alma.
No puedo cuantificar el tiempo que estuvo cada cual con sus divagaciones. En algunas situaciones el silencio resulta ser atemporal por excelencia. Aún así, es tan fácil llegar a estas situaciones como salir de ellas; de reojo y por un instante me pareció que la blusa de Andrea dejaba caer un botón. Al girar, nuestras miradas se cruzaron, un impulso me dominó y comencé a avanzar hacia ella a pesar del temor hormigueante. Sin embargo, al ver la delicadeza de su cuerpo proyectado sobre la cama, el reflejo en la ventana, alejé todo indicio de vacilación; fui directo a ella, puse mi mano sobre su cadera y la besé. En seguida, un quejido atravesó mi corazón y una lágrima de alegría refrescó mis ojos. Trató de apartarme en un intento vano de represión, quizás intuyendo que éramos arrastrados por un irrefrenable deseo, pero sus labios la traicionaron. Junto con besarla y tocarse nuestras lenguas, mi mano se deslizó por su contorno abrupto y palpitante. La ropa, al cabo de unos latidos, ya no se interponía entre nosotros; guiado por la calentura, dialogué con su entrepierna hasta sentir la sofocación e impregnarme de su olor. Ella, carente de todo pudor, acercó mi falo a su cuerpo y comenzó a cargar, abajo, luego arriba...
Como un buen parto, a la tercera es la vencida!
Ya existes, y te reencarnas en tu misma dirección...milagros de la conectividad?
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